Etapas de la Historia de Chile

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La historia de Chile, como la de cualquier Estado, es sumamente compleja, por lo que es necesario estudiarla en profundidad para comprender la evolución política, social, y económica del país. A través de siglos de transformación, Chile ha pasado por momentos de esplendor, conflicto y renovación, cada uno dejando una marca indeleble en la identidad nacional. En este artículo, exploraremos las etapas de la Historia de Chile, conociendo los hitos que marcan el inicio y el término de cada una de ellas y describiendo de manera general las principales características de cada uno de estos capítulos.

¿Por qué dividir la Historia de Chile en etapas?

Dividir la historia de Chile en etapas es fundamental para comprender la evolución del país de manera ordenada y coherente. Cada etapa representa un periodo con características y eventos distintivos que han moldeado la identidad nacional y han influido en el desarrollo político, social, y económico del país. Esta segmentación permite a los historiadores y estudiosos analizar con mayor precisión las continuidades y cambios en distintos aspectos de la vida chilena, como la estructura de poder, la economía, la cultura y las relaciones sociales. Además, facilita la enseñanza y el aprendizaje de la historia al ofrecer un marco claro que organiza la compleja sucesión de hechos históricos, permitiendo una apreciación más profunda de cómo el pasado ha configurado el presente de Chile.

Los principales aportes para definir las etapas de la Historia de Chile

Los primeros en señalar y organizar las etapas de la historia de Chile fueron los historiadores del siglo XIX y principios del XX, entre ellos Diego Barros Arana y Francisco Antonio Encina, cuyas obras se consideran fundamentales en la historiografía chilena. Barros Arana, con su monumental “Historia General de Chile”, y Encina, con su “Historia de Chile”, establecieron marcos cronológicos que estructuraron la narrativa histórica del país. En tiempos más recientes, historiadores como Gabriel Salazar y Sergio Villalobos han influido significativamente en la interpretación y periodización de la historia chilena, aportando nuevas perspectivas y análisis críticos que han enriquecido y diversificado la comprensión de su evolución.

¿Cuáles son las etapas de la Historia de Chile?

  1. Pueblos Originarios (hasta 1536)
  2. Conquista (1536-1598)
  3. Colonia (1598-1810)
  4. Independencia (1810-1823)
  5. Organización de la República (1823-1830)
  6. República Conservadora (1830-1861)
  7. República Liberal (1861-1891)
  8. República Parlamentaria (1891-1925)
  9. República Presidencial (1925-1973)
  10. Dictadura Militar (1973-1990)
  11. Retorno a la Democracia (1990-presente)

Descripción de las etapas de la Historia de Chile

1. Pueblos Originarios (hasta 1536)

Esta etapa se extiende desde la llegada de los primeros seres humanos al territorio chileno, aproximadamente hace 14,000 años, hasta la llegada de Diego de Almagro en 1536.

Durante esta etapa, el territorio chileno fue habitado por diversas culturas indígenas que desarrollaron formas de vida y organización social adaptadas a su entorno geográfico. Entre las principales culturas destacan los pueblos del norte como los atacameños y diaguitas, quienes desarrollaron una agricultura avanzada y complejas estructuras sociales. En el centro y sur, los mapuches se destacaron por su resistencia y habilidades guerreras, mientras que los habitantes de Chiloé, los huilliches, y los habitantes de la Patagonia, como los tehuelches y yámanas, desarrollaron modos de vida basados en la pesca, caza y recolección.

La cosmovisión y organización social de estos pueblos variaba considerablemente. Los atacameños y diaguitas, por ejemplo, tenían un sistema de terrazas de cultivo y una estructura política con caciques que ejercían poder sobre ciertas áreas. En contraste, los mapuches se organizaban en pequeños clanes o “lof” que eran independientes, aunque formaban alianzas en tiempos de guerra. Esta diversidad cultural y organizacional permitió a los pueblos originarios adaptarse y prosperar en diversos ambientes, pero también influyó en sus respuestas frente a la conquista española.

2. Conquista (1536-1598)

La Conquista de Chile comienza en 1536 con la llegada de Diego de Almagro y concluye en 1598 con la Batalla de Curalaba y el establecimiento del río Bío Bío como la frontera entre españoles y mapuches.

La llegada de los españoles, liderados por Diego de Almagro, marcó el inicio de una etapa de exploración y confrontación con los pueblos indígenas, especialmente con los mapuches. Pedro de Valdivia, uno de los principales conquistadores, fundó en 1541 la ciudad de Santiago, la cual se convirtió en el centro de operaciones de la conquista. Durante esta etapa, los españoles establecieron varias ciudades y fuertes, pero enfrentaron una resistencia feroz por parte de los mapuches, quienes, bajo la conducción de líderes como Lautaro y Caupolicán, llevaron a cabo una serie de rebeliones conocidas como la Guerra de Arauco.

El conflicto constante y las derrotas significativas, como la Batalla de Curalaba en 1598, llevaron a los españoles a replegarse al norte del río Biobío, marcando el fin de esta etapa. La resistencia mapuche y su capacidad de adaptarse a las tácticas españolas demostraron su determinación y habilidad para defender su territorio. Este periodo también sentó las bases para la futura relación entre españoles e indígenas, caracterizada por conflictos y negociaciones intermitentes que continuarían durante siglos.

3. Colonia (1598-1810)

La etapa colonial en Chile se extiende desde 1598, con la Batalla de Curalaba, hasta 1810, con la formación de la Primera Junta Nacional de Gobierno.

Durante la Colonia, el territorio chileno se organizó bajo el sistema impuesto por la monarquía española, recibiendo durante buena parte del periodo el nombre de Capitanía General de Chile, dependiente del Virreinato del Perú. La economía colonial se basaba principalmente en la agricultura y la minería, destacándose la producción de trigo y la explotación de minas de oro y plata. Las encomiendas y repartimientos fueron formas de organización laboral que permitieron a los españoles beneficiarse del trabajo indígena, aunque estos sistemas provocaron un profundo impacto en las poblaciones originarias, tanto demográfico como cultural.

Socialmente, la Colonia estuvo marcada por una estructura jerárquica rígida donde los españoles y sus descendientes ocupaban las posiciones de mayor poder y prestigio, mientras que los indígenas, mestizos y esclavos africanos eran relegados a las posiciones más bajas. La evangelización y la introducción del catolicismo transformaron profundamente las creencias y prácticas religiosas de la población. El establecimiento de ciudades y la construcción de iglesias, conventos y hospitales fueron aspectos relevantes de esta etapa, que dejaron una huella duradera en la infraestructura y la cultura chilena.

Baile del Santiago Antiguo
Baile del Santiago Antiguo por Pedro Subercaseaux (Dominio Público, vía Wikimedia Commons)

4. Independencia (1810-1823)

La etapa de Independencia de Chile se extiende desde el año 1810, con la formación de la Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre, hasta 1823, con la renuncia de Bernardo O’Higgins y la consolidación del proceso independentista.

El movimiento independentista en Chile comenzó en el contexto de la crisis de la monarquía española, provocada por la invasión napoleónica y la captura del rey Fernando VII. Este evento incentivó a las élites criollas a formar juntas de gobierno para autogestionarse. En Chile, la Primera Junta Nacional de Gobierno se estableció el 18 de septiembre de 1810, marcando el inicio de una serie de conflictos y luchas internas entre realistas (partidarios de la monarquía española) y patriotas (partidarios de la independencia).

La independencia de Chile no fue un proceso lineal y estuvo caracterizada por momentos de avance y retroceso, como la Reconquista española de 1814 y la posterior victoria patriota en la Batalla de Chacabuco en 1817, liderada por Bernardo O’Higgins y José de San Martín. Finalmente, la independencia se consolidó con la abdicación de O’Higgins en 1823, lo que permitió el establecimiento de un gobierno republicano y la redacción de una constitución. Este periodo fue crucial para la configuración del Estado chileno y la definición de su identidad nacional, sentando las bases para su desarrollo futuro.

Primera Junta Nacional de Gobierno
Primera Junta Nacional de Gobierno por Nicolás Guzmán Bustamante (Dominio Público, vía Wikimedia Commons)

5. Organización de la República (1823-1830)

La etapa de la Organización de la República en Chile se extiende desde 1823, con la renuncia de Bernardo O’Higgins, hasta 1830, con la Batalla de Lircay.

Después de la independencia, Chile se enfrentó al desafío de establecer un gobierno estable y efectivo. Tras la abdicación de O’Higgins, el país experimentó una serie de gobiernos cortos e inestables, marcados por conflictos entre facciones políticas que buscaban definir el modelo de gobierno adecuado para la nueva nación. Durante este periodo, se redactaron varias constituciones, como la Constitución de 1823, que intentaban organizar la estructura política del país, pero ninguna logró consolidarse debido a las profundas divisiones internas.

El conflicto culminó en la Batalla de Lircay en 1830, donde las fuerzas conservadoras, lideradas por el general José Joaquín Prieto y Diego Portales, derrotaron a los liberales. Esta victoria permitió a los conservadores tomar el control del país e iniciar un proceso de organización y consolidación del Estado. La etapa de Organización de la República es crucial porque sentó las bases para la estabilidad política y la creación de instituciones que permitirían el desarrollo de Chile como una nación independiente.

6. República Conservadora (1830-1861)

La República Conservadora abarca desde 1830, con la Batalla de Lircay, hasta 1861, con el fin del gobierno de Manuel Montt.

La República Conservadora se caracteriza por la hegemonía de las ideas conservadoras en el gobierno y la política chilena. Durante este periodo, Diego Portales, aunque nunca fue presidente, tuvo una influencia determinante en la política chilena, promoviendo un Estado fuerte y centralizado. En 1833, se promulgó una nueva constitución que consolidó el poder presidencial y estableció un marco legal que perduraría hasta 1925. Este periodo se destaca por la estabilidad política y el crecimiento económico, basándose en la exportación de productos agrícolas, especialmente trigo, hacia mercados internacionales.

Además de la estabilidad, este periodo vio la consolidación de instituciones como el Ejército y la Iglesia Católica, que jugaron roles fundamentales en la vida pública. Sin embargo, el gobierno conservador también enfrentó desafíos, como la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) y tensiones internas que eventualmente llevaron a la Guerra Civil de 1851 y la Revolución de 1859. A pesar de estos conflictos, la República Conservadora dejó un legado de instituciones sólidas y un marco político que permitió el desarrollo del país.

7. República Liberal (1861-1891)

La República Liberal se extiende desde 1861, con el inicio del gobierno de José Joaquín Pérez, hasta 1891, con la Guerra Civil chilena.

La República Liberal se caracteriza por una serie de reformas políticas, económicas y sociales impulsadas por los gobiernos liberales que buscaban modernizar el país y reducir la influencia de la Iglesia en asuntos del Estado. Entre las reformas más significativas se encuentran las denominadas “Leyes Laicas”, que concretaron la separación del Estado y la Iglesia e implementaron iniciativas como el registro civil, el matrimonio civil y los cementerios laicos. La economía también experimentó cambios, con un auge en la explotación del salitre en el norte del país, lo que atrajo inversiones extranjeras y generó un crecimiento económico significativo.

Durante este periodo, Chile también expandió su territorio a través de la Guerra del Pacífico (1879-1884), en la cual derrotó a Bolivia y Perú, asegurando el control de las regiones de Antofagasta y Tarapacá. Sin embargo, la República Liberal también enfrentó conflictos internos, como la creciente oposición entre el Congreso y el Ejecutivo, que culminaron en la Guerra Civil de 1891. La victoria de las fuerzas congresistas sobre el presidente José Manuel Balmaceda marcó el fin de la República Liberal y el inicio de un nuevo periodo en la historia política de Chile.

8. República Parlamentaria (1891-1925)

La República Parlamentaria se extiende desde 1891, tras la Guerra Civil, hasta 1925, con la promulgación de la nueva constitución por Arturo Alessandri.

La República Parlamentaria se caracteriza por un sistema político en el que el poder del presidente estaba considerablemente limitado por el Congreso, otorgando a los partidos políticos un papel predominante en la gobernanza del país. Este sistema llevó a una alta inestabilidad política, con frecuentes cambios de gabinete y dificultades para implementar políticas a largo plazo. A pesar de ello, Chile experimentó un periodo de crecimiento económico basado en la exportación de salitre, aunque esta bonanza también trajo consigo problemas sociales, como la explotación de los trabajadores y condiciones laborales precarias.

Las tensiones sociales y políticas aumentaron con el tiempo, dando lugar a la denominada “Cuestión Social” que se destacó por movimientos obreros y huelgas que demandaban mejoras en las condiciones de vida y trabajo. La masacre de la Escuela Santa María de Iquique en 1907 es un ejemplo trágico de los conflictos sociales de la época. La crisis del sistema parlamentario culminó en 1924 con un golpe militar que exigió reformas y la renuncia del presidente Arturo Alessandri. En 1925, Alessandri regresó al poder y promovió una nueva constitución que restableció un sistema presidencial fuerte, poniendo fin a la República Parlamentaria y dando inicio a una nueva etapa en la historia política de Chile.

9. República Presidencial (1925-1973)

La etapa de la República Presidencial se extiende desde 1925, con la promulgación de la nueva constitución por Arturo Alessandri, hasta 1973, con el golpe de estado que derrocó a Salvador Allende.

La Constitución de 1925, promovida por Arturo Alessandri, estableció un sistema presidencial fuerte, reduciendo significativamente el poder del Congreso y poniendo fin a la República Parlamentaria. Este periodo se caracterizó por un mayor control del Ejecutivo sobre las políticas del país y una serie de reformas sociales y económicas. Durante los años 30 y 40, Chile experimentó un crecimiento económico y una expansión de los derechos sociales, incluyendo el establecimiento de la seguridad social y la mejora de las condiciones laborales. Sin embargo, también hubo periodos de inestabilidad política, como la breve dictadura de Carlos Ibáñez del Campo y el gobierno de la República Socialista de 1932.

La década de 1960 fue un periodo de profundos cambios con el gobierno de Eduardo Frei Montalva, quien implementó la “Revolución en Libertad”, un conjunto de reformas agrarias y educativas destinadas a modernizar el país y reducir las desigualdades sociales. Sin embargo, los problemas económicos y sociales persistieron, lo que llevó a la elección de Salvador Allende en 1970, el primer presidente marxista elegido democráticamente en el mundo. Allende impulsó una serie de nacionalizaciones y reformas profundas, lo que exacerbó las tensiones políticas y económicas, culminando en un ambiente de polarización y crisis que llevó al golpe de estado de 1973, marcando el fin de la República Presidencial.

10. Dictadura Militar (1973-1990)

La dictadura militar en Chile se extiende desde el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, liderado por el general Augusto Pinochet, hasta el 11 de marzo de 1990, con la entrega del poder a un gobierno civil elegido democráticamente.

El golpe de estado de 1973 derrocó al gobierno de Salvador Allende e instauró una junta militar encabezada por Augusto Pinochet. Bajo su régimen, se implementó un gobierno autoritario que se caracterizó por la represión política, violaciones sistemáticas de los derechos humanos, y la desaparición y tortura de opositores políticos. Durante este periodo, se promulgaron una serie de reformas económicas neoliberales, asesoradas por los “Chicago Boys”, que incluyeron la privatización de empresas estatales, la desregulación de mercados y la apertura de la economía al comercio internacional. Estas políticas transformaron radicalmente la economía chilena, generando un crecimiento económico significativo, aunque también aumentaron las desigualdades sociales y la pobreza en ciertos sectores.

En 1980, Pinochet promulgó una nueva constitución, que legitimó su gobierno y estableció un marco legal para la transición futura a un gobierno civil. A pesar de lo anterior, la presión interna y externa por la democratización fue en aumento durante la década de 1980. En 1988, un plebiscito convocado por el propio régimen resultó en un rechazo a la continuidad de Pinochet en el poder, lo que llevó a elecciones democráticas en 1989. El 11 de marzo de 1990, Pinochet entregó el poder al presidente electo, Patricio Aylwin, marcando el fin de la dictadura y el retorno a la democracia en Chile.

Concentración masiva de adherentes a la opción No durante la campaña para el plebiscito de 1988
Concentración masiva de adherentes a la opción No durante la campaña para el plebiscito de 1988 (Biblioteca del Congreso Nacional, CC BY 3.0 CL <https://creativecommons.org/licenses/by/3.0/cl/deed.en>, vía Wikimedia Commons)

11. Retorno a la Democracia (1990-presente)

El retorno a la democracia en Chile se inicia el 11 de marzo de 1990, con la asunción del presidente Patricio Aylwin, y continúa hasta el presente.

El retorno a la democracia comenzó con la presidencia de Patricio Aylwin, quien encabezó un gobierno de transición que buscó reconciliar al país y reparar las heridas causadas por la dictadura. Su administración implementó políticas de justicia transicional, como la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig), que documentó las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura. Además, se llevaron a cabo reformas para fortalecer las instituciones democráticas y asegurar el respeto a los derechos humanos. La economía continuó creciendo, aunque el gobierno también enfrentó el desafío de reducir las desigualdades y la pobreza.

Desde el retorno a la democracia, Chile ha experimentado una notable estabilidad política y un crecimiento económico sostenido, convirtiéndose en uno de los países más prósperos de América Latina. A lo largo de los años, diferentes gobiernos de coaliciones tanto de centroizquierda como de centroderecha han promovido políticas que buscan equilibrar el crecimiento económico con la inclusión social. La educación, la salud y las pensiones han sido áreas de reforma y debate.

En 2019, una ola de manifestaciones masivas conocidas como “El Estallido Social” destacó la necesidad de reformas más profundas en áreas como la igualdad social y la participación política, llevando a dos procesos constitucionales, donde se elaboraron proyectos de Nueva Constitución que buscaban responder a las demandas de la ciudadanía. A pesar de que ambas propuestas fueron rechazadas, estos procesos sirvieron para poner en la mesa diversos temas relevantes y repensar la estructura y marco legal del país.

Conclusión

Dividir la historia de Chile en etapas es esencial para una comprensión detallada y coherente de su evolución como nación. Esta segmentación permite identificar y analizar los momentos clave y los cambios más relevantes en la estructura política, económica y social del país. Cada etapa, desde la vida de los pueblos originarios hasta el retorno a la democracia, ofrece un contexto único que explica cómo se han desarrollado y transformado las instituciones, las relaciones sociales y la identidad nacional a lo largo del tiempo. Además, la periodización histórica facilita el estudio y la enseñanza, proporcionando un marco claro y ordenado que ayuda a los estudiantes y a los investigadores a discernir las continuidades y rupturas en la historia chilena. En resumen, esta división en etapas no solo organiza el conocimiento histórico, sino que también enriquece nuestra comprensión del pasado y nos permite apreciar plenamente la complejidad de la Historia de Chile.


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